Fue creado en 1982 y dirigido por el reconocido Biólogo Venezolano Dr. José Vicente Scorza. Este Instituto se dedica al estudio de la estructura ecológica-social y al control de endemias metaxénicas de origen parasitario del medio rural venezolano.
Por hallarse enfrentado directo e inmediatamente con graves problemas de salud pública como la Leishmaniasis, Malaria, Chagas, Encefalitis Equina, Dengue, Parasitosis Intestinal, Ectoparásitos (sarna, piojos), investiga in situ, en el seno de las comunidades, desde el punto de vista geográfico, climático, biótico las relaciones con la demografía y sus problemas económicos, el desarrollo actual, los factores que condicionan tales endemias silentes o manifestadas.
jueves, 20 de febrero de 2014
miércoles, 19 de febrero de 2014
Discurso
En representación de los profesores del Iniciado Programa Premio Estímulo al Investigador (PEI) del CDCHT
ENTORNO A LA PREMIACION DE LA PRODUCTIVIDAD
CIENTÍFICA EMERITENSE
Miércoles 10 de Diciembre de 1997
Aula Magna
José V. Scorza
Ha sido por la gentileza.
Y benevolencia del Señor Vice-Rector Académico, Doctor Carlos Guillermo
Cárdenas, que me hallo en este compromiso. Reafirmando que soy parte de
una muestra docente que se ha acogido espontáneamente a la autoevaluación. Temo que no
estemos todos, porque hay quienes consideran superflua esta ceremonia por
cuanto, como docentes del
estrato más alto y complejo de los
planteles de enseñanza, -sin excepción - deberíamos
dar al máximo para que nuestra docencia sea de la mejor calidad, la
investigación más eficiente y más productiva la extensión, para
nuestra prolongación en el
entorno social y económico de la
institución.
No obstante,
sin eufemismos, aquí estamos integrando un tercio de la planta de los
docentes a tiempo completo, percibiendo lo que nos pertenece por derecho,
habida cuenta que la regalía que se concede a la Universidad como estímulo,
procede de nuestro esfuerzo, dedicación y rendimiento comprobados.
Y llegados a
este punto y ante la severa crisis de nuestras costosas casas de estudio,
valdría hoy la pena introducir algún contrabando de buena calidad y sin malas intenciones.
Hace dos
décadas, el Profesor Arnoldo Gabaldón, título que le otorgaron sus pares de
Inglaterrra, Francia e Italia, el mismo que - en lo
político - rechazó, en el decir del propio General Pérez Jiménez, la Presidencia de la Junta Militar de Gobierno en 1950 y
el mismo que dio harta evidencia avanzado ya nuestro siglo, y a modo de epopeya
de civismo venezolano, de cómo un pueblo ígnaro - sin bachilleres, ni doctores
- nuestro pueblo, para la década del treinta, bien conducido, disciplinadamente
conducido y ejemplarmente enseñado, pudo participar y desarrollar
responsablemente la gesta de erradicar al paludismo y a la enfermedad de Chagas
en 600.000 km2 y, pudo también llevar al campo un saneamiento
domiciliar jamás igualado, y con ello, incrementar la esperanza de vida de
nuestros conciudadanos. Ese hombre, como epílogo de sus reflexiones, nos dejó
publicado un "Diagnóstico y Tratamiento de la Enfermedad de la Universidad
Latinoamericana y de la Venezolana" en particular; obra excelente que a la
primera lectura en fresca tinta, nos pareció inaceptable y reaccionaría -
entonces la dolencia académica era apenas un quebranto - y, ahora a veinte años
de epilepsias y catalepsias, nos parece una obra y propuesta increíblemente
sensata y admitiblemente necesaria. El Dr. Gabaldón planteaba una indispensable
evaluación institucional realizada por personal no comprometido con ella, ajeno
a ella.
Este acto singular que hoy nos convoca, como a una significativa
minoría, es una expresión de la necesidad de esa evaluación institucional. Sin
eufemismos repito, aunque parezca pedante, la expresión y existencia de esta
muestra debiera ser el comienzo para el tratamiento de la dolencia de una de
nuestras instituciones que consumen más del 60% del gasto nacional en
educación, gasto que no es despreciable en comparación con otros para servicios
sociales indispensables en una sociedad organizada. Gabaldón exhibía, como
pieza a descubrir, el cómo en estas instituciones nos despachamos, pagamos y
nos damos el vuelto y vivimos siempre exigiendo y reclamando privilegios y
prebendas que difícilmente justificamos... docentes y alumnos. Y no se nos
aduzca, por favor, que un oficial del ejército gana mucho más que un académico
o que el sueldo de un obrero petrolero es superior al de un instructor en
cierne. Porque siendo docentes, y si de veras por convencimiento lo fuésemos,
deberíamos sentar cátedra pública de austeridad y no actuar como necesitados
sin causa, confundiendo nuestras necesidades personales con las de la
institución o anteponiendo aquellas a la dotación de instrumentos de trabajo y
de información a riesgo de ser afectados como se presume que hoy sucede, con la
cancelación de nuestro tradicional aguinaldo. ¿Quién no ha dicho que en función
de estudiantes, en ningún país del mundo - y eso lo sabemos - quienes hemos
cursado estudios en el extranjero - no hayamos padecido el complejo de sabernos
devengantes de montos de becas y de otros privilegios, que no poseían o
disfrutaban nuestros profesores de allende.
Y continúo. También por alguna otra gentileza de mano amiga, me ha
sido posible leer muy recientemente un espantoso código de 450 artículos con
los que se pretende paliar - por no decir resolver - la crisis de nuestras
instituciones superiores. En todo ese articulado no existe un sano interés
evaluador; la palabra evaluación no aparece con significación alguna. Se la
circunvala, circunviniéndola con un artículo N° 356, que la perenniza - como si
esa supuesta existente evaluación fuese regular siquiera, identificándola con
un llamado proceso de autoevaluación. Nos seguimos despachando y dando el
vuelto.
Y en cuanto a la evaluación externa, la legítima, la que pudiera
ocurrir con menor injerencia politiquera o grupal de tradicionales
cacicazgos... el sabio legislador nos la otorga ad libitum; ella podrá ser realizada a solicitud subrayo Solicitud - ¿de quién, por quién?.
De paso, en estos días presurosos y para, un parto de montes, nos sorprende
una autoevaluación gatopardista.
Importantes, muy importantes debieran ser, Señor Vice-Rector, los
resultados de esta evaluación que en estos días se realiza ... para poder
conocer, en el decir del legislador, cuáles serían nuestras fortalezas y
debilidades y, oigamos bien, "para proponer acciones correctivas que permitan
superar las debilidades"…!!
En estos días, y también por ejemplo, un Decano se ha opuesto al
llamado a concurso de dos becarios del Plan II porque dice, que carecería de disponibilidad
para el año 2000!. En cambio, este mismo funcionario se desvanece los sesos
tratando de elevar desde 300 hasta 700, los millones de bolívares para ampliar
un comedor universitario! Entre fortalecer un programa para el desarrollo de
nuevas áreas y para remozamiento y crecimiento institucional, él antepone y
apremia a la institución, comprometiéndola con programas sociales (de esto
sabemos mucho en nuestro Sistema. Neoliberal) que bien pudieran ser problemas
de las alcaldías del Ministerio de la Familia o del de la Juventud, pero nunca
de la Universidad. Contraponer comedores universitarios al desarrollo
institucional, aunque parezca racional en una sociedad electoral que escudriña
votantes calculados, es una solemne barbaridad.
Y vuelvo al propuesto código académico a discutirse en el Congreso.
Acepta, como si estuviera bien planteado, que el problema universitario se
resuelve a punta de artículos de ley. Nos remite a unas "fundaciones"
que proporcionarían recursos adicionales destinados a reforzar el cumplimiento
de nuestras actividades académicas. Ya veo al Fondo de Financiamiento del
Estado Trujillo, constituido para reforzar a la Universidad del Valle del Momboy
y ya veo, a ésta, como la institución superior de la Entidad, para
representarnos en el Consejo Nacional de Universidades ...porque una misma
institución, léase ULA-Mérida y NURR-Trujillo, no pueden tener dos
representantes o dos votos en ese organismo superior.
No continúo, no debo seguir comentando este engendro que reinsiste en
exigir "un trabajo de ascenso" para avanzar por el escalafón
universitario y nada, absolutamente nada aduce, para conculcar la repitencia y
el estancamiento docente.
Y regreso de nuevo a este foro. Tenemos hoy en nuestras manos un
valioso instrumento de lucha. Este "programa que premia la productividad
científica", es una respuesta democrática y mas general y no por ello
menos sería, que el de la Fundación del PPI, iniciado por CONICIT. Respondemos
a un baremo que, como el del CONICIT no es perfecto y puede ser mejorado. Y no
quiero caer en la diatriba de quién vale más, si la investigación social,
humanística o artística, o la investigación en ciencias naturales, puras o
aplicadas. El baremo, bueno o malo, nos clasifica. La media de esa puntuación
es la media de una evaluación Institucional, sin ambages. Y como media, tiene
sus cuartiles. Hay quien pudiera y puede, por su esfuerzo y mayor consagración,
colocarse por encima del cuartil superior y hay también quienes estén, por
razones a considerar, mas no para. aceptar de primera intención, por debajo del
cuartil inferior. ¿Qué hacemos con estos?
Y me pregunto también ¿puede permanecer en el sistema quien por
segunda vez se mantiene con una misma calificación mínima o aún peor, con menor
calificación? Son interrogantes para las cuales debe haber alguna respuesta por
parte de nuestros jerarcas académicos...
Y ya, para concluir, permítanme otro rato de desahogo. Mientras estuve
en el exterior conocí excelentes investigadores, sobre todo en el lado
anglosajón. Apenas, apenas digo con todo
convencimiento, sabían leer escribir en inglés. "Professor" tuve a
quien debí traducirle al inglés textos en alemán de un protozoologo, Fritz
Schaudinn, a otro debí leer en inglés, trozos de los "Tónicos de la
Voluntad" de Cajal.
Para nosotros asomarnos a ese mundo de la literatura científica, por
no decir literatura mundial, debemos leer instrumentalmente inglés, francés,
alemán, italiano y portugués. El célebre biogeógrafo franco-latino enterrado en
Coro, el doctor LEÓN CROIZAT CHANLEY, me criticaba acerbamente que, escribiendo yo sobre Igor Oparin, no supiese
leerlo en ruso! A mucha gente extranjera, interesada
en hacer ciencia, repito mucho gente, debí leerles nuestros trabajos publicados
en castellano...
Traigo esto a colación por el ya sacrosanto problema de las publicaciones
en revistas indexadas, esto es, reconocidas por un sistema que, en la década
del sesenta ideó el Señor Garnfield, editor de facsímiles de títulos de los
índices de revistas, que convirtió - vía diez dólares por título - en el famoso
Citation Index. Lo que entonces se pagaba con dólares, era tenido como de
calidad y así quedó. El mundo científico occidental, con esta nueva política, no
volvería a padecer el shock de aquel 14 de Octubre de 1957 cuando los
científicos soviéticos, los que publicaban en ruso sin avergonzarse, pusieron
en órbita al Sputnik, luego a la perra Leika que tanto dio que llorar a las
Sociedades Protectoras de Animales y seguidamente a Yuri Gagarín. Ello condujo
a las académicas manifestaciones estudiantiles de los institutos tecnológicos
de Massachusetts y de California, cuando descubrieron que la información sobre
los "transistors", lo que hiciera el milagro de comunicarnos con una
pelota de 45 kg. que flotaba en el espacio, dotada de una planta generadora y
de transmisores de alta frecuencia, había sido publicado en ruso en zhurnals,
que yacían intocados en aquellas bibliotecas norteamericanas ... los profesores
de ese entonces no leían ruso. ..Ahora imagino que lo será mucho menos...
Como consecuencia de lo anterior, la imposición aceptada como
paradigma del escribir en inglés, sigue la de investigar en las líneas y temas
que imponen las metrópolis. Nuestra producción científica, la que es relevante
para nuestra problemática social y biológica, para poder tener valor científico,
deberá ser evaluada por esos "pares" exóticos. Escribir nuestros
resultados de esfuerzos científicos, los que atañen a nuestro entorno vital y
en castellano, es esfuerzo para ignorarlo. Acá estamos y con esa vara nos
medimos nosotros mismos, devaluando cuanto hacemos.
Discúlpenme, no entiendo; no puedo entender y compartir esa
concepción, cuando somos un continente con una población hispanoparlante mayor que
la francófona o germana. Si ellos, los franceses, italiano, lo hacen entre
ellos, razones de política geográfica tendrán para imponerse también un signo
monetario común. Y no ignoro la otra sacrosanta "globalización".
Una nación como la nuestra, o un conglomerado de naciones como las de
nuestro Continente, que voluntariamente pierda su idioma o lo relegue en
función de otro, de otros intereses hegemónicos, están expuestos a perderlo
todo...
Atisbo, pienso, que tal exabrupto no durará mucho tiempo. Más temprano
que tarde funcionará nuestro instituto de supervivencia y veremos revisada esa
política editorial que nos degrada. Es todo. Gracias!
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